Hay recomendaciones en la vida que nunca se olvidan. Consejos que, en su mayoría, provienen de aquellos con la experiencia suficiente para sostener tal advertencia. Aquellos que de pequeños no soportamos y tildamos de “insoportables”. Quienes nos recuerdan una y otra vez “cosas que ya sabemos”. Hasta creemos saber más que ellos, que ilusos. Una equivocada idea precede al portazo, al enojo, la contestación: “me lo dijiste 17 veces y ya lo entendí”. Pero siempre hay lugar para una 18.
Un papel que trasciende generaciones, se adquiere cual costumbre: un árbol genealógico que nunca se quedará sin hojas. “¿Sabés lo que decía tu abuelo?”. Suspiramos, no queremos soltar el celular ni la Play. Escuchamos con cierta obligación y desdén, nos volvemos crueles por dentro pero al menos demostramos lo poco que nos queda de paciencia por fuera. Con los años, lo recordamos con emoción. Imágenes imborrables, marcadas a fuego en nuestras retinas.
Muchos eligen recordar toda la vida, eternizar el momento. Una foto basta, aunque el video puede tocar una fibra interesante también. Porque sobrepasa fronteras, no entiende de límites. Así como este argentino redacta con emoción para toda Gibraltar, hay quienes viven una vida hermosa y emotiva para los ojos y oídos humanos, que sin la tecnología… no lo sabríamos. Sin embargo, lo denominado “viejo”, “de otra época”, tiene un tinte especial: una tinta indeleble en un blanco papel.
Con cada renovación de calendario, los roles se modifican. Quienes fueron nuestro mejor abrigo merecen ser acogidos. Nos agradecen los más mínimos detalles y admiran con emoción en quienes nos hemos convertido. Con su atención, le susurramos: “Mira como son las vueltas de la vida, hoy soy yo el que te cuida… como vos me cuidaste a mi”.
Nos motivan, nos hacen mejores. Nos inculcan la pasión y el amor, aunque no sólo para proyectar en las personas. Muchas veces el deporte entra en la discusión, pero para nada en el mal sentido de la palabra. Buscas algo para compartir y no te diste cuenta que siempre estuvo delante de tus ojos. Alentamos y disfrutamos a su lado. Reímos y lloramos con emoción cada remontada, más si a dar vuelta un 4-0 en el global se refiere.
Y algo que con los años también aprendí, es que la admiración ciega los colores. Endiosar a tu ídolo más allá de la camiseta. Indiscutible en cuanto a talento, indescifrable con cada gambeta y simplemente emocionante con tan solo un pie en el campo de juego. Nos inspira, resulta que por la tele vemos al segundo mejor del mundo, mientras el primero se sienta a nuestro lado: un tanto encorvado y de igual apellido. Los admiramos por igual, aunque por diferentes motivos. Sin importar la diferencia etaria, aprendemos valores semejantes: quizá uno más metafórico que otro, pero lo didáctico permanece intacto.
Lo seguimos a donde vaya, no podemos quitarle los ojos de encima. Resulta que los rivales también lo intentan. Pero como dije, intentan. La memoria ayuda, pero en ocasiones no basta. Se vuelven recuerdos vagos, destellos, imágenes recopiladas pero con vacíos irrecuperables. Acudimos al famoso YouTube, a estadísticas de nuestra página de confianza para respaldar y validar lo que con tanta seguridad afirmamos en un debate.
Él siempre creyó en las lapiceras. Con los años la duración de la tinta fue variando, ni quiero imaginarme qué tan poco le duró en aquel 2012… 91 renglones completos con “Rival, fecha y cantidad”, un año “Inmessionante”, una locura sin igual. Puño y letra para reflejar su asombro, breves pasmos en sus tiros libres: porque siempre algo podía suceder. Que paradójico, ¿no? Con la mano escribió una pequeña parte de la historia del astro, quien la continúa redactando con los pies. Uno anotaba en papel, el otro en la cara de los rivales.
Los últimos 18 años encendió la televisión para gritar y festejar al menos una vez su maravilla futbolística. Una constancia casi única, compartida con un tal Cristiano Ronaldo diría. Esa constancia también fue lo que motivó tal particularidad, tal es así que ante la imposibilidad de disfrutarlo por televisión… acudía a su nieto para que sea su notificación goleadora. El llamado no tardaba y siempre había algo para escribir. “Abuelo, volvió a marcar Messi, esta vez por duplicado”, corría (a su ritmo) en busca de otra hoja, pues se volvía costumbre que no le alcanzara la anterior.
El pasado fin de semana Lionel Andrés Messi Cuccittini convirtió su primer gol en el corriente año para derrotar por 5 a 1 al Lille. La pulga no marcaba por primera vez en febrero desde el año 2008. De ahí en adelante, enero le bastó para perforar la red rival. Rompió la racha y él como siempre lo vio, aunque esta vez no desde la comodidad de su hogar. Eligió un espacio alto y esponjoso, blanco y celeste como su ídolo.
Fue sin dudas emocionante, desde todo punto de vista. El sábado 5 de febrero nos desayunamos la desgarradora noticia. Hernán tuvo que salir del campo. Entre aplausos y lágrimas, se despidió. Su equipo sin dudas lo sentirá, pieza importante si la hay. Su nieto recibió la cinta de capitán para sostener en su hombro semejante peso. Con confianza tomó la palabra en el colmado estadio y sostuvo: “Hasta siempre Abu. Gracias a vosotros, se fue tranquilo y realmente feliz. Saludo de Messi, “famoso” y con alegría. Completaré la libreta de sus goles por ti”
Un enamorado del fútbol, de SU fútbol. Durante 100 años disfrutó de los más grandes talentos, Mundiales inolvidables, equipos invencibles, estrellas galardonadas… pero sólo uno despertó tal pasión. Un rosarino que en el momento que lo conoció, lo reconoció: “Me parece una locura, ni yo tengo guardados los goles de esa manera. Te quiero agradecer por lo que haces, por el seguimiento”.
Creó una hermosa y admirable locura en papel. Resulta que era uno más de nosotros… otro fanático de Messi. Y así lo recordaremos. Es cierto… esta vez por desgracia no llegó pero estoy seguro que desde el cielo escribió.
En memoria del español Don Hernán. Mis condolencias a su nieto Julián Mastrángelo y fuerzas para toda la familia. No te conozco, pero lo cierto es que compartimos un hermoso sentimiento: admirar tanto a Messi como a tu abuelo.
Que en paz descanse.
~ Franco Rodríguez ~